Al fin, gracias al amor, se firma la paz entre pasión, deseo y razón
Carmela Ramos

A MIL LUGARES
-¿Por qué ya no vuelas?
-Sí lo hago. Vuelo todos los días.
Cada vez que te miro

Carmela Ramos
NOTA PARA RECORDAR
Imponer como rutina no dejar que me domine ninguna rutina

Carmela Ramos
CLARO QUE SÍ
Él le preguntó a ella, que si le quería, a ella esa pregunta le descolocó, estaban teniendo una larga conversación, una conversación simple, sobre música, en la que esa pregunta no tenía sentido.
-Después de veinte años juntos ¿que motivo puede haber para pensar otra cosa? Lo he vivido todo contigo,
-Ya, pero entonces, ¿me quieres?
-A estas alturas, nos ha pasado de todo, puedes pensar a veces que no, puedes pensar que sí, tengo claro lo que siento. Tú también sabes lo que sientes. No hay más
-De verdad ¿me quieres? Aún no me has contestado
-Claro que sí
El se quedó en silencio junto a ella, hasta que horas después se durmió en el sofá abrazado a ella, le encantaba dormirse apoyando la cabeza en su pecho, abrazado a ella. Para ella ese era el mejor momento del día. Lo acunaba como a un niño. Le besaba y acariciaba el pelo
Ella lo adoraba, desde el primer día lo quiso. Sabia que ya sólo junto a él acabaría sus días
Lo acompañó en todo, en sus idas y venidas, en sus enfados, en sus celos. En su mundo inventado. En sus historias de espías. En sus desplantes. En sus abrazos. En su amor egoísta.
Jamás una pregunta le había generado tantas dudas. Lo acompañó a su habitación, lo dejó acomodado en su cama, se recostó junto a él sin dejar de mirarlo durante mucho rato. Le besó, y mientras el dormía, le preguntó, “¿alguna vez me quisiste?”
Salió al pasillo y se despidió del personal del turno de noche, sin poder evitar las lágrimas en sus ojos. Llevaba cinco años visitándolo en el centro psiquiátrico cada día. Desayunando en aquel jardín, con él, cenando en aquella sala, a veces dudaba de pertenecer aún al mundo de los cuerdos. Esa noche toda su vida pasó ante ella.
Ya jamás volvería.

Carmela Ramos para la revista Zoque
Divorcio
Como todos los días ella al levantarse preparó el desayuno, café y tostadas, él como cada mañana un chocolate.
Irónicamente era un día soleado y ella pudo desayunar en la terraza, como le gustaba. Mientras decidía que modelo lucir para el acontecimiento que había esperado desesperada durante meses.
Él revisó el correo y después se dirigió al armario del pequeño estudio en el que ahora vivía. Cogió lo primero que encontró para ponerse
Salieron los dos de casa, para ir a encontrarse en el juzgado
Después de horas de reparticiones,y discusiones de sus abogados, ella sin poder contenerse más se dirigió a él
-al final me voy sin verte
Carmela Ramos

El Resorte
Federico nació en un pequeño piso de un barrio de Montevideo hacía 25 años. Era hijo de Ana y de Samuel. Su padre que trabajaba como profesor, los abandonó para irse no sabían donde, con una mujer extranjera. Lo que cambió para siempre el carácter de su madre y la hizo una mujer triste y enfadada con el mundo, además de dura por el trabajo, ya que el padre al irse los dejó arruinados.
Federico con catorce años ya tuvo que dejar el colegio para salir a trabajar. Aunque más bien a buscarse la vida. Conoció a David, se puede decir que su compañero de fechorías.
David era un chico de dieciocho años hijo de un jugador de cartas, que se había criado en la calle y sobrevivido de sus robos ya que el padre a parte de arruinado no hacía caso de su existencia y necesidades. David era un auténtico profesional del hurto y gustosamente y orgulloso enseñó el negocio a Federico. Esta era una labor menos cansada que la cadena de montaje que Ana había buscado para su hijo.
El padre de David en una de sus borracheras al volver de una partida de cartas le habló de un hombre tan prepotente que para conservar la pequeña aldea donde se había construido su gran cortijo, hizo construir casas que regalaba a gente a cambio de trabajo y de que estas mantuvieran así activo y poblado su pequeño gran reino. Se trataba de un tal don Verídico.
Se lo había contado en la partida de cartas uno de los nuevos propietarios empleados, porque además se decía que junto al cortijo de don Verídico, en una pequeña casita, se decía que vivía un abuelito, protegido del tal terrateniente, que escondía un tesoro.
David que quería escapar de Montevideo a Europa y para ello necesitaba fondos, decidió seguir investigando el tesoro escondido del abuelito
Se hizo pasar por vendedor de chocolates y así conoció a Julia, la panadera de el Resorte, a la que con sus encantos embaucó y de la que, sin ella darse cuenta, consiguió toda la información del pueblo y del abuelito que necesitaba para sus planes.
Preparados Federico y David aprovecharon las fiestas de la aldea y una mañana que el abuelo saldría de casa para ir a cobrar su pensión. Entraron en la casa sin ningún problema y en el viejo sótano estaba el baúl. David emocionado abrió el baúl que le llevaría a la libertad, encontró dentro una bolsa de tela llena de pesos uruguayos, que le hizo sentir que el corazón le salía del pecho y Federico se fijó en una gran colección de cartas. Todas eran poemas de amor, y decidió que se las llevaba a pesar de las negativas de David.
En Montevideo Federico explicó a David que ya no le podía acompañar más, que debía ir solo a Europa porque el no podía dejar sola a su madre, eso la mataría. Pidió a David que repartiera los pesos y que las cartas y parte de su dinero lo llevara en su viaje. David estaba intrigado por el interés en las cartas. Federico le pidió que una vez por semana, enviara uno de los poemas con algunos pesos, a su madre. David, como siempre, atendió las necesidades de su amigo y así lo haría.
Ana comenzó a recibir sus poemas todas las semanas, al principio muy sorprendida e intrigada, preguntaba a Federico, el cual siempre se encogía de hombros y sonreía.
Ana, en pocos meses, había vuelto a sonreir, a bailar, a cantar,a sentirse guapa y corría todos los lunes a su buzón a recoger un nuevo poema de amor. Llena de valentía decidió comenzar una nueva vida. Dejó su pequeño pisito en Montevideo a Federico, que ahora trabajaba en un salón de juego de la ciudad y ella se fue a ocupar una de las casas que aun quedaban libres en el Resorte y comenzó a trabajar en el cortijo de Don Verídico. Así gracias a sus poemas anónimos y los pesos que recibía, Ana reinició una nueva vida en un nuevo lugar para ella

Versión por Carmela Ramos (Sucedidos de Galeano)
Gracias
El hombre que más he querido es el hombre que perdí y que me hizo perderme durante mucho tiempo.
Y buscando, buscando, me encontré.
A tí papá

Carmela Ramos